lunes, 3 de junio de 2024

Vendo periódicos

Vendo confusión, escándalo, crimen y perdición. Ay, joder, claro que sí, vendo tragedia, venganza, caos y fatalidad. Vendo los sufrimientos de los pobres y las vanidades de los ricos. Niños que caen de ventanas, trenes del metro en llamas, violadores que escapan hacia las sombras. Vendo ira y redención. Vendo el musculoso heroísmo de los bomberos y la asmática avaricia de los jefes de la mafia. El hedor de la basura, el tintinear del oro. Vendo negros a los blancos, blancos a los negros. A los demócratas, a los republicanos, a los izquierdistas, a los musulmanes, a los travestis, a los okupas del Lower East Side. Vendo a John Gotti y a O. J. Simpson, a los bomberos del World Trade Center, y venderé a cualquiera que venga a continuación. Vendo falsedad, y lo que pasa por verdad, y todos los matices intermedios. Vendo a los recién nacidos y a los muertos. Les vendo la ciudad de Nueva York, miserable y magnífica, a sus propios habitantes. Vendo periódicos.
Colin Harrison



domingo, 11 de septiembre de 2022

Lo que se cuenta

"Las historias no pertenecen sólo al que asiste a ellas o al que las inventa, una vez contadas ya son de cualquiera, se repiten de boca en boca y se tergiversan y tuercen, nada se cuenta dos veces de la misma forma ni con las mismas palabras, ni siquiera si el relator es único para todas las veces".
Javier Marías

lunes, 8 de agosto de 2022

Frutos tropicales

"Hay muchas frutas que son de negros. Dios les dio a los negros la tierra caliente y las frutas porque Dios tiene predilección por los negros, eso es evidente. A los blancos los puso en tierras frías para que se resfríen, pero ellos inventaron la aspirina y las cobijas de lana. El níspero y el mamey son frutas de negros. Y el zapote también. Pero lo que pasa es que a los blancos siempre les ha gustado comerse la comida de los negros. Y la música de los negros. Y los bailes de los negros. Y las negras de los negros".
Jaime Jaramillo Escobar

viernes, 24 de junio de 2022

Solitaria nada

Nada tengo,
pero tengo sueños y lluvia y dolor de espalda.
Nadie me escucha, los árboles ya no me dirigen la palabra
y la noche es un escenario donde matan perros y culebras inofensivas.

Quisiera hablar de otras circunstancias:
del mar y sus peces enlatados,
de los sismos que no me espantan,
de la lluvia acurrucada en rayos de sol.

lunes, 14 de febrero de 2022

Una autopista costera pasará por ahí donde no hay hospitales

Durante las décadas de 1970 y 1990 el Estado mexicano, en alianza con caciques locales y grandes empresarios nacionales e internacionales, mediante la violencia, la mentira y el fraude se hicieron de grandes extensiones de tierra a lo largo de la costa del Pacífico sur de México. Desde Michoacán, pasando por Guerrero y Oaxaca, hasta Chiapas este despojo implicó invasión territorial, represión, sitios bélicos inhumanos contra las poblaciones que no aceptaban vender “por la buena” y a precio irrisorio sus tierras, además de agresiones físicas y asesinatos.
Esta historia oscura —como todas las historias oscuras de nuestro país— ha permanecido silenciada por décadas, circulando de boca en boca, por abajito y en voz baja, a pesar de que en los Ministerios Públicos, las oficinas de Bienes Comunales, algunos registros periodísticos y hasta en instituciones públicas, como el Instituto Nacional Indígena, están los documentos con testimonios campesinos y ejidatarios relatando cómo las sacaban de sus casas, de sus huertas, de sus encierros, policías de todos los niveles y militares. El desplazamiento interno forzado —tan en boga últimamente— es un hecho violento que ha ocurrido a lo largo de siglos, ha sido el método más efectivo para el colonialismo extranjero y nacional.(Texto completo en Capote)

lunes, 7 de febrero de 2022

Un cangrejo que pierde el tiempo

ludópata que busca felicidad en cometas que no se ven a simple vista
manso como las corrientes tropicales en las que crecí
derrotado por aquello de la falta de sol y tolvaneras
soñante como una alacrán que anida en la palmera
depresivo desde que una urbe me arrancó la mochila y las ilusiones
quejoso porque no tengo otra forma de comunicarme
vital como un mar de fondo
ingenuo en medio de olas peligrosas
sonriente con un balón en los pies
amable si no me apuntan con odio

lunes, 24 de enero de 2022

Oda a la computadora

Durante la secundaria, tuve una máquina de escribir que no he visto de un tiempo a la fecha. Mi mamá la compró para que hiciera mis trabajos escolares, pero era una tortura usar ese aparato. Recuerdo a mi tía Elva, hermana de mi padre, hablar sobre su Taller de Mecanografía; desde que tengo consciencia la mayoría de las mujeres adolescentes alababan ese taller en las secundarias de Pinotepa.
Soy un acumulador radical de cosas y esa manía en casa es un detonante de conflictos: acumulo juguetes, ropa, papeles, libros —a cada rato me insisten en depurar la biblioteca y eso que ya no compro libros—, tickets, objetos de todo tipo. Ansío coleccionar máscaras y objetos artesanales. Hoy en día acumulo plantitas. Pero nunca he tenido interés por las máquinas de escribir, ese interés que obnubila a quienes se dedican a la escritura creativa, como si este méndigo aparato, por generación espontánea, los convirtiera en escritores. Una máquina de escribir, no un libro publicado, vuelve escritor a todo mundo. ¡Qué efectiva falacia! (Texto completo en Capote).

lunes, 6 de diciembre de 2021

Descolonizarnos

Vi a mi abuelo materno sonriendo en medio de la fiesta de su pueblo, Ixcapa, allá por principios de la década de los 90. Vi a mi abuela materna platicando con sus amigas afuera de la iglesia, después de misa. Mi madre me ha contado que sus primos a caballo eran los personajes principales de la fiesta patronal de su tierra. Recuerdo a mi abuela paterna vendiendo maíz en una esquina del mercado de Pinotepa. Recuerdo a mis tías paternas vendiendo comida entre el bullicio de la feria que se ponía cada Semana Santa y no sé si eran felices, desconozco si les gustaba estar ahí, pero las vi llenas de esa vitalidad soleada y calurosa de El Trópico. Recuerdo a mi padre, junto a sus amigos y demasiada gente alrededor, marchando por las calles, tomando el palacio municipal, lanzando discursos sobre la democracia y lo que demandaba la gente en esa mítica pérgola levantada en el parque de Pinotepa. (Texto completo en Capote).

sábado, 30 de octubre de 2021

El Trópico donde alguna vez fui futbolista

Desde los tiempos más remotos de mi memoria he jugado futbol.
Aprendí a practicarlo en un arroyo, con cuatro palmas en cada esquina. Hacia el oriente estaba un limonero que nos ponchó decenas de pelotas y balones. Hacia el poniente, el platanal de un policía que no nos devolvía nuestro balón si cruzaba su cerca. Más al fondo, monte, mangos, bocotes. Aprendí a jugar futbol rodeado de flora y fauna que llena de tonalidad a El Trópico; y descalzo, como va la vitalidad por la Costa de Guerrero y de Oaxaca. Si me ponía un zapato de futbol se
esfumaban mi velocidad, mi técnica, mi talento y mi puntería. (Texto completo en Capote).

viernes, 17 de septiembre de 2021

Vida sabrosa

"La idea de vivir sabroso es potente en muchos sentidos. No es una meta ni una finalidad, sino un proceso, un hacer, un existir día a día. Vivir sabroso es algo que se realiza, pero que se agota, y por tanto, no deja de buscarse. En ese proceso están implicados varios agentes: los santos, los muertos, las plantas, los parientes, el monte y el río. El movimiento aparece como un mediador clave en la posibilidad de establecer el balance requerido por la vida. Procuro, entonces, mostrar el principal dispositivo de esa vida sabrosa: la posibilidad de embarcarse, de poner en movimiento, activar y equilibrar la vida de manera autónoma, sin la militarización de los territorios, sin miedo y sin la imposición de formas de vida que lleven a estar enmontado".
Natalia Quiceno