Una muchacha recoge las heces de su perro mientras un joven se carcajea frente al suyo que se sacude el agua al borde de la fuente de la Plaza Luis Cabrera. El agua está rancia y el joven le advierte a Chimilo que llegando a casa le tocará bañarse. Nadie hace una mueca ante el espectáculo. Ninguna autoridad le llama la atención al joven por permitir a su perro que se bañe en la fuente. Al fin y al cabo, el agua es de hace semanas y sólo la lluvia vendrá a cambiarla. No se detectan niños en este lugar, sino varios perros que pasean o practican el atletismo junto a sus dueños. Las esquinas, calles y parques de la colonia Roma muestran la misma imagen: perros deambulando con la correa al cuello, gente que se desestresa fumando en alguna banca, algún indigente pidiendo monedas o hablando en el lenguaje indescifrable que le dicta la mona, gente midiendo los kilómetros recorridos en las aplicaciones de sus aparatos. (Texto Completo en La Crónica de Hoy)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario