martes, 8 de octubre de 2013

Un desbarrancadero al que apodan Acapulco loco

Acapulco es un desbarrancadero. Sinuoso y con espinas, con la vorágine de la prisa, de la ambición por el capital (electoral, mercantil, turístico, lúbrico, emocional). Por las noches, el desbarrancadero es una pasarela biodiversa: chicas con vestidos pegados y cortos y zapatillas de tacones anoréxicos y largos, hombres luciéndose en su nave, tipos aguardando a un transeúnte en la esquina, policías rondando las zonas rojas, gente despistada por el calor o la rutina después del trabajo, gente mareada porque después del trabajo hay muchos lugares donde pasar el tiempo u olvidarse del mundo y la pachanga desde casa.
Aquí nada de objetivos a largo plazo, de escolaridades, de disciplina y tranquilidad. Aquí hay que sortear la vida (entre más pronto mejor) y los coches como esas olas imprevistas que nos pueden llevar a la indefensión, a lo inhóspito, al remolino acuífero del que no se puede escapar con uñas, piernas, manos y un abdomen en forma (Texto completo en La Crónica de Hoy).

No hay comentarios.:

Publicar un comentario