Un poco de ron para el viejo Emil Cioran
Era un anciano que curaba la tristeza con presentimientos.
La primera vez que me fui de copas con él,
me robó la tarjeta de crédito y me abofeteó
por rehusarme a leerle en voz alta un poema de Saint-John Perse.
Bebimos ron hasta perder la noción de la salida del sol.
La noche ardía como un huracán muriendo de amor por el mar.
La primera vez que me fui de copas con él,
me robó la tarjeta de crédito y me abofeteó
por rehusarme a leerle en voz alta un poema de Saint-John Perse.
Bebimos ron hasta perder la noción de la salida del sol.
La noche ardía como un huracán muriendo de amor por el mar.
Antes de la aparición del viejo Emil Cioran,
yo era un náufrago que escribía desde una isla sin palmeras.
Hoy en día, el anciano pregona que Acapulco es un sol a punto de apagarse.
El viejo Emil enseña el alfabeto a mantarrayas huérfanas cada mañana de domingo.
Después toma una siesta en la entrada del primer banco con el que tropieza.
yo era un náufrago que escribía desde una isla sin palmeras.
Hoy en día, el anciano pregona que Acapulco es un sol a punto de apagarse.
El viejo Emil enseña el alfabeto a mantarrayas huérfanas cada mañana de domingo.
Después toma una siesta en la entrada del primer banco con el que tropieza.
Más poemas en: Carruaje de Pájaros
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