de los lugares que me ahogaban
miro atrás
sobre la calle hay un reguero
de cosas nimias para la eternidad
que se enquista en los cerros
el tiempo es la bahía
plagada de bocas ansiosas
por resistir la sequía
nunca mandé una renuncia al trabajo
en las tres o cuatro migraciones
marcadas en el mapa
puedo hablar de peces, de niños indigentes
de fantasmas que hacen lo necesario
por brillar en la playa
o de la serpiente que destrozó mis tobillos
mientras perdíamos la tarde
jugando fútbol
pero no
sólo hay bestias presurosas sobre el asfalto
amigos extraviados
el torbellino de sueño profundo
antes del mar de fondo
a pie de playa
alguien pregunta
¿cuál es su tribu?
¿cuál es su lugar?
no me queda otra alternativa
que volver a cerrar la puerta
y mirar la locura trivial
erupcionando en las esquinas
de esta costa
mi sonrisa vengativa prepara la fuga
y un fantasma quema la despedida
como si la eternidad no hiciera
correctamente su trabajo de lanzallamas
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