sábado, 4 de febrero de 2017

La demencia de Isabel de Portugal en la urbe

Al pie de un edificio semiderruido, un anuncio revolotea sobre una cortina roja que trata de darle misticismo al lugar. El efecto es el contrario: Lectura de cartas, reza la cartulina colgada en la entrada del negocio. Es la calle Terán, sobre la periferia del Monumento a la Revolución, a unos pasos de la avenida Puente Alvarado. El edificio resquebrajado parece deshabitado y el negocio no tiene la clientela esperada por más cartas a favor que se avienten al viento.
Estas calles, en pleno corazón de la Ciudad de México, son tan distintas a los grandes edificios plantados a la redonda, a los museos; están llenas de vagabundos, prostitutas, hoteles de paso, comerciantes ambulantes y, por cada manzana, tres, cuatro, cinco inmuebles deshabitados, agrietados por el paso del tiempo, pintarrajeados con poco arte, que rompen con el paisaje tranquilo y espacioso que se pretende dar desde la sede de la delegación Cuauhtémoc o la falsa elegancia con la que está remodelada la estación del Metro Revolución. (Texto completo en La Crónica de Hoy)

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