En ningún rincón hay luz para Acapulco. Ni se atisba. La violencia ha carcomido por completo la convivencia en esta parte del trópico, donde hasta hace unos años todo era cumbias altisonantes, calor y playas repletas de alegría.
Ahora, a pesar de las sobredimensionadas y mediáticas temporadas vacacionales, el paraíso del Pacífico es oscuro y huele a mucha pólvora y carne humana fétida bajo el rayo del sol y amenazas en cada esquina y comercio.
La rutina debe seguir. Los comerciantes se han habituado a los extorsionadores. (Texto completo en La Crónica de Hoy).
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