Los habitantes de la Ciudad de México están traumados por el terremoto
de 1985. En el imaginario colectivo ronda el temor a este tipo de eventos
naturales. Los edificios privados y públicos están llenos de medidas de
prevención contra los sismos. La novedad para mí es su alerta sísmica. A lo
largo de la ciudad hay más de 8 mil bocinas que se activan con la misma
intensidad, sin importar si la tierra se estremece con levedad o descomunal
violencia, si el movimiento es sólo de 4 o hasta de7 grados. (Texto completo en
La Crónica de Hoy)
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