domingo, 31 de agosto de 2014

La sensación de la vida cuando se va al cine

"Una tarde pasábamos por los cines de la Rue Champolion y la poca gente que se había aventurado a ir al cine hacía cola para ver una película rumana. Me acordé de la sensación de la vida cuando se va al cine, esa sensación mezclada con el olor de la lluvia, esa pequeña sensación de pequeña tristeza que se siente cuando uno sale de cine en la noche y siente el mundo en blanco y negro con subtítulos traducidos a la desesperación y al absurdo, a la confusión. El pez gato y yo estábamos tristes. Los árboles estaban grises y había esqueletos que colgaban de sus ramas. El sol estaba empezando a salir. Entonces sentí cerca de mí unos zapatos negros que se acercaban chapoteando con ansiedad. Miré hacia arriba. Dos manos grandes me agarraban y me sacaban del agua. Al salir del agua me sentí perdido y poco a poco fui sintiendo que el pez gato y yo moríamos, era una tarde cubierta de una luz plomiza. El hombre nos metió en una cesta. Morimos asfixiados. Lo último que alcancé a escuchar fueron campanas de Notre Dame, al sonido de las sirenas y los ladridos de los perros. También el sonido de los niños chapoteando en el agua. Black out. Mierda. Se nos fueron las luces".
Rafael Chaparro Madiedo

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