"Tampoco es que las voces lúcidas de nuestro tiempo, tan pagadas de sí mismas, digan toda la verdad. Son lúcidas y a veces salen a relucir y relucen, pero no se puede ignorar que se recrean en la fatalidad, algunas porque no les ha sido dado el don de la creación y eso las lanza enfurecidas contra otras voces y de paso contra la cultura actual en su totalidad. Al final, tanta lucidez les lleva al tópico. Y así hay quienes sostienen que en arte nos hallamos en un tiempo flojo y que desde los años sesenta no hay ideas nuevas. Y otros que desde los ochenta no hay novelas ni nada. Pero algunos de estos fatalistas ya eran radicales derrotistas en los años sesenta, se dedicaban a impedir que cualquier tipo con ideas intentara hacer algo. (...) Hay días, además, en los que detesto tanto los tópicos de nuestros lúcidos fatalistas que me pregunto si esa impresión de tiempo muerto es obligatorio leerla alarmados, escandalizados, apesadumbrados, sin humor. (...) Me parece que sólo es literatura contemporánea con futuro aquella que se escribe desde la conciencia del peligro inminente del fin de su propio mundo".
Enrique Vila-Matas
jueves, 7 de febrero de 2013
Agorismo literario
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