Pero si vivo apartado
de tales seres, si no alcanzo a percibirlos por el sentido, los veo cómo se
reproducen en mi imaginación, y pasan ante mis ojos la casa, la ciudad, el
aspecto de los lugares y los varios sucesos en ellos representados.
Ovidio
Me quité la idea de la cabeza. Cavilé. Unos detalles biográficos
serían un buen aliciente y no creo que hagan indigestión con la lectura.
Faltaba más. El libro es el mundo cotidiano de quien lo escribe; mas en poesía.
El diario vivir.
A punto estaba de mover la perilla y pasar a Wikipedia
(donde por cierto hay huella del futbolista pero no del poeta), cuando uno de
esos espíritus chocarreros (era madrugada de verano) se recargó en mí y me
dijo: “muchacho, no pierdas el tiempo estudiando al hombre, el encargo fue
hablar de su libro”. Reaccioné.
Así que me sumergí en el entramado onírico y de búsqueda que
es ‘Escuela del vértigo”.
Búsqueda sin fin son estos poemas. Buscar la identidad, las
palabras inscritas en el tiempo. Búsqueda de malabares para conjugar al ayer en
el futuro. También hay sueños. Lo muestra el poeta: “el camino me habla”. Toma la vereda. Y niega volver a atrás. Se
sacude “las horas del recuerdo”. Se
derrota a sí mismo para hallar un poco de alegría: agrego una línea de Rilke: “Sabemos al mismo tiempo florecer y
marchitarnos”.
El viajero en su sueño muere para volver al presente, para
ser extranjero y perseguido. A él le agrada. Lo cuelga en la hoja: “no hay vuelta atrás/regresar es tan
vergonzoso”.
Aventura. Vagancia. Al mismo tiempo soledad, abandono.
Menciona que su porvenir, lo que saldrá de la semilla, los nuevos poemas están
en otro sitio. ¿Acaso Comala? Es la elegía del hijo de Pedro Páramo, que
cabalga el polvo onírico de un pueblo extinto, por encontrar los “derrepentes”
que expliquen el mundo en el que existe “para
no dimitir el presente,/para no sentirse forastero,/para no ser el errante”.
No hay salida de emergencia. Ni maquina para regresar al
pasado. “Escuela del vértigo” muestra la imagen de una distancia eterna e
insoluble. Hay dolor, pero “la amargura /
no se transformará en versos”.
Aparece una segunda parte. Inventarse, reinventarse es la
meta. Recurrir al olvido para dar consigo mismo. El poeta pone a tope los
sentidos, los sobrecarga para saber andar en un mundo que no le pertenece.
Empieza a pertenecerle.
La búsqueda sigue en pie: “volver al sitio donde partieron las barcas”. Aparece Ovidio
queriendo retroceder los ríos, echar atrás el sol, vestir a la tierra con
estrellas. Trastornar a la naturaleza para volver a su hogar. Por ello, el
poeta pone atención en el silencio, en las sombras, en el lenguaje. Teme la
velocidad del tiempo, la presencia relativa que somos. Teme que no ocurra nada,
lo que se espera. Observa la colectividad. Menciona el canibalismo rampante que
existe por doquier. A pesar de suceder en otro sitio, esa colectividad le
resulta tan familiar.
Le interesa el retorno. Huye y regresa. Se amarra al pasado,
vive en el presente y prepara maletas para el futuro. La vida es lo de menos.
Vivir es lo que importa. Detalla su rutina de extranjero: ir de compras al
supermercado, tomar el metro, llegar al hogar que no es su casa sino un
departamento en el que se espera a que pasen las horas y traigan de vuelta los
días de casa. La ilusión de Ovidio.
Se habla del destino, como ese dios todopoderoso al que no
se le puede plantar cara. El poeta no niega su destino. Abre la puerta asignada
y rechaza el seductor atajo hacia cualquier lugar. Sabe que a fin de cuentas la
salida será la misma: “no puedo evitar
envenenarme de retiro/y afuera/el mundo amplio/eterno/continúa rodando siempre”.
Como siempre.
Habrá un final: se pudrirá el jardín, la comida en el
estómago, el pasto durante el invierno. La segunda parte es más intensa. Echa
la vista atrás, mete las manos al bolsillo y entiende que no queda infancia ni
adolescencia. Sólo este instante único, breve que trae un destello matutino
para sumergirse en los laberintos de la oscuridad.
El extranjero firma la derrota: “me devasta ver que no estaba apto / para el mundo en el que vivo”.
En conclusión, ‘Escuela del vértigo’ es la travesía de un
nómada en busca de “derrepentes” oníricos para vivir al día y termina
convirtiéndose en el extranjero solitario que reinventa su nuevo mundo con
fragmentos de un tiempo que ya no es.
27 de julio de 2011.

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