domingo, 20 de enero de 2019

Una bailarina se contonea en las aceras

Abomino el uso terrenal de la tristeza,
la soledad que llevo en el aliento,
caer en el olvido por simple circunstancia.

Y una bailarina se contonea en las aceras,
vibra al postrarse en escaleras eléctricas,
calla cuando cierran las puertas
y se topa con el montaje de su inexistencia.
Y la bahía se nota afiebrada,
por los poros eructa muerte,
le han prescrito el tabaco
y algunos placeres nocturnos.
La bahía se nota que perdió las agallas
como banquetas ficticias babeadas por la gente.

Abomino quedarme entre dos sueños,
apuntarme fechas y recuerdos
con tizones ardientes,
desgarrarme con bienvenidas suicidas
y vicios que no llenan a mi imaginación.

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