lunes, 24 de febrero de 2014

Oxígeno niquelado

Mientras las primeras planas verborrean sobre el México triple a
yo me escondo en el último capítulo de Dragon Ball
no se me caen las lágrimas sino los quejidos
por tu garganta desacostumbrada a darle respiración a un feto
toses, yo me arropo en la cocina
escuchando canciones de la infancia
te preparo un té al que por error
o falta de experiencia le he agregado azúcar
no me queda de otra que ver desde lejos a un ser imaginario
de los que no te gustan
de los que nunca quieres hablar
de los que según tú no pueden ser literatura
decido tomarme de un trago ese té de manzanilla azucarado
prepararte otro aunque tarde cinco minutos en hervir el agua

oigo la noche
los ladridos rutinarios de los perros vecinos
a los que, te lo digo seriamente, envenenaré antes de la primavera
oigo la voz que le han prestado a Gokú
oigo el oxígeno niquelado que incrementa mi asma
y llevo a tus dientes el té
pero tu cuerpo, por falta de experiencia, se constipa aún más
y me preocupo porque al ser que amamantas en tus entrañas le falta oxígeno
quizá no necesitabas un té
sino ver una película de Tarantino que incremente tu ritmo cardiaco
y tus venas, tus pulmones, tu nariz se destapen
y desagües todas las malas vibras que se treparon a tu red
cuando andabas a solas por la calle
oigo el tic-tac de tus laberintos
te quejas de no poder tomar medicamentos
y como no soy médico, ni chamán, ni curandero del mercado Sonora
te digo que lo único que puedo hacer para ayudarte a respirar
es untar en tu espalda un poco de Vaporub
y darte un masaje hasta que te quedes dormida
sin saber que en la última plana aparece la foto de un hombre
tocando el ukulele con una mano robótica

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