domingo, 7 de abril de 2013

Ácido oxidado (Primera parte)

A Ad.Ve.

1
Cuando te vi no le presté atención a tu sigiloso cuerpo (preferí devorar intensamente los cigarros baratos que me acompañaban desde hacía tres meses) pues eras como un insecto incompetente buscando de comer entre mis libros pero después te convertiste en mi intuición nocturna intentando asomarse a tus dedos, a tus silencios, a las llagas de tu corazón, eres unas líneas de poema que nunca escribiría, mis mañanas y dos de la tarde a solas en el café, eres ese vestido con flores envejeciendo frente al Pacífico, una calle para morirse de miedo o de amor o de falsas esperanzas o de un balazo de rostro desconocido, eres una mirada de trapecista, una voz después de tres tequilas, unos pasos hacia el tren de los asesinados, te convertiste en un recuerdo con sabor a whisky, a musa ambulante, a galeras de gallinas a punto del descuelle, eres la novedad de tus mejillas, de tus piernas hartas de no dar con un príncipe azul o cosas de esas, de tu cintura con palabras de amor y un mapa para extraviarse en tardes de fin de mes, eres chica de autoservicio, recamarera, hija de Zeus y de tu mamá, eres un día de alcohol, mis noches de insomnio, veinte fotografías en las que no salen tus nalgas, un camión para perderse en la ciudad, un aburrido poema de Borges, eres selva, coral, montaña, terremoto, jardín para suicidarse, el spa para recuperar escombros, erecciones, batallas perdidas, eres (de lejos lo noté) tibia, húmeda, con sabor a tetas de playa, a cucaracha higiénica, a fruta podrida en el refrigerador, a pañal de bebé con diarrea y un futuro de la chingada, desde ese medio día de domingo te convertiste en mi Elizabeth Taylor, en mi primer día de nieve, en meter el gol del triunfo en una final, eres (lo noto ahora que siempre estás ausente) el cigarrillo que me cura el cáncer, una idealista melodía de Lara, mi cabecera, mi dolor de espalda, mi cuenta del banco en rojo, mi dama de no-compañía, mi diario, mi pc con la batería estropeada, eres el cuello para dar vueltas por la bahía, un edificio por construir, el mezcal que añejo frente a mis libros, la bebida para recuperar masa corporal, la llamada nocturna, la carta sin destinatario que te dejo en Correos de México, la coca-cola que me despierta, la calle de la infancia en la que me rompí un brazo, eres este pulso por arrancarte de tu árbol y platicarte cualquier cuento de esquina y lamerte y besarte y tocarte y decirte que eres un veneno, eres toda tu existencia, todos tus dedos del pie izquierdo y los restantes, todos tus lunares para sentirme navegador de nebulosas, todos tus poros y vellos y cicatrices de cuando eras niña, eres las letras de tu nombre y tus dos apellidos, toda esta lejanía que me da valor para proponerte que nos sentemos afuera del cine y te platique sobre mi vida de nómada, en la misantropía y con tanto idiota al que le doy asco, eres todo este no verte para convencerte de que para mí eres toda la soledad disponible en esta ciudad, en este país, en este mundo con un poco de lluvia, de miedo, de envidia, de falsas promesas y gente muriendo con el estómago hueco y la cabeza llena de sueños.

2
"Esa noche empezaron los vuelos de los peces negros sobre la ciudad" e intenté leer la biblia, sentarme en las escaleras eléctricas, dormir hasta que mi cuerpo hubiera envejecido y no me quedarán dientes, quise charlar con la bahía, engatusar a mujeres comprometidas, babear frente a los frascos de miel, sentarme a esperar la mierda de pájaro que comprobara mi falsa teoría sobre la gravedad. Esa noche dejé de ser transgresor, romántico, guerrillero, sensible, bohemio, dejé de creer en los desterrados, borrachos, aguafiestas, comunistas, luchadores sociales, críticos literarios y cosas por el estilo, perdí la ideología, los zapatos y el bolsillo de mi playera, me dije que nunca más escribiría poemas sucios, malplanchados, de esos que se te ocurren viendo las piernas de cualquier chica anémica que se te aparece en el retrovisor y te das cuenta que es más inasible que los pedos de dios. Esa noche escupía mi sombra y los zapatos no daban para más y la vida se resolvía con un trago y me puse a maldecir a conocidos y no conocidos, a decirles que sus pasos idiotas no tenían enjundia ni futuro mucho menos vida más allá de sus cuarenta míseros años, y les dije que yo no estaba contra el mundo, que no tenía moral, que estaba aburrido del mal olor de la bahía, de la levedad de la arena, de mear bajo una palmera, de electrocutarme mientras le escribía el enésimo poema inútil a una chica que nunca pondría en mis brazos sus cabellos, sus silencios, sus calzones volcánicos, sus caderas con sabor a ácido oxidado, que nunca dejaría zambullir mi colección de alucinaciones en sus mañanas lúcidas pues ella preparaba la catástrofe de sus días, preparaba la mierda de sus noches viendo la tv, hasta su muerte, al lado de un hediondo mutante sin perspectiva a futuro y mucho dinero y una casa de lujo y muchos sacos y relojes de marca y un coche para morirse en cualquier curva peligrosa de la bahía, en cualquier barranco donde los días nunca son iguales.

3
:ser contingencia, bolero en cantina, bahía sin accesos, ser hoguera, miseria, viento para rehacer los escombros de la existencia, ser lugar de origen, belicismo romano, lenta tarde en la que muere una parvada de palomas porque fueron envenenadas con tabaco, amor, lástima, revistas xxx y polvo adulterado, ser cancha de fútbol suspendida, sentimiento imprevisible, el misterio aberrante de unas piernas flacas, ser barman, bandera con dudas patrióticas, nostalgia de cangrejo, canción de los sesenta, el dolor de trepar escaleras eléctricas, ser asunto violento, mierda flotando en la playa:

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