viernes, 22 de marzo de 2013

Después de tantos días

Para la Señorita Bequeriana

Zumban las veredas de tus labios,
aquellos que me dieron vida
mientras la noche se hacía de nosotros,
aquellos labios que me convencieron
con la electricidad del mar
y yo sólo creía en tus rizos, en tu
estruendosa carcajada, en la felicidad
que imponías en mis momentos de descanso.

Han pasado los meses y memoricé
historias de hombres extraviados en el mar
para contarlas en medios días de cine,
chucherías y misteriosas avenidas.
Me quejé de que buscaras compañía
antes de escuchar las metáforas de mi pensamiento.
Me quejé porque leías a Bécquer (y en exceso),
de tu huida cuando los árboles celebraban
nuestro encuentro (la primavera era próxima),
huiste de las insomnes charlas en noches
de diciembre, con tus reclamos,
con los abrazos que compartíamos
en atardeceres que nunca volverán.

Celebraban los anuncios, la pc, las noches,
el silencio por las conversaciones
y las burbujeantes cartas que impostaba
en tu piel clara, en tus rizos que partían mi espíritu,
esas cartas nostálgicas que ya no seguí entregándote,
tampoco volví a leerte inentendibles poemas experimentales.
(La escritura se ha vuelto sobria, forzada
por las reglas clásicas del vivir).

Ha pasado el tiempo y zumban tus piernas
en mis hojas en blanco, tus ojos de fósforo,
tu rechazo sorpresivo. Zumbas en mis recuerdos
mientras tropezamos a mitad de un tango
y te digo que no hay dudas, que aún te espero
lleno de azufre y de palabras que quieren
contemplarte una mañana de abril
o quizá durante una tarde de mayo
para poner en orden los pasos que dejamos pendientes.

1 comentario: